¿Posee la Baja Visión una gran importancia en nuestro país?

Indudablemente, sí. Además, añadiría que se trata de una especialidad muy necesaria en España.

Begoña Gacimartín

Begoña Gacimartín, especialista en Baja Visión.

Todos nosotros asistimos en los últimos años a una especialización y profesionalización de nuestra labor diaria en diversas disciplinas, como en la ortoqueratología, terapia visual, optometría pediátrica, geriátrica… donde destaca la implicación y el impulso de la investigación y de la optometría clínica dentro de equipos multidisciplinares de trabajo, y de la que debemos sentirnos orgullosos. Sin embargo, la baja visión no debe estar ajena a este desarrollo. ¿Por qué?

Actualmente estamos asistiendo a un hecho sin precedentes históricos: el envejecimiento de la población de los países desarrollados y la gran dependencia y recursos que ello conlleva. España es un país con una población geriátrica que supera los 8 millones de personas, y se convertirá en el país más envejecido de Europa en unos 30 años, con un 33% de personas mayores de 65 años.

Este envejecimiento está asociado a un aumento de las enfermedades sistémicas y oculares relacionadas con la discapacidad visual y es un deber nuestro, como profesionales de Atención Primaria, velar por la salud visual de estos pacientes y ofrecerles una atención integral optométrica que incluya la adaptación de ayudas visuales, la rehabilitación y el máximo aprovechamiento del resto visual.

Según la OMS, la baja visión es la alteración de la agudeza y el campo visual que incapacita para la realización de las actividades de la vida diaria como leer, caminar, etc, y que produce una merma importante en la calidad de vida y en la independencia personal. Para que hablemos de baja visión se deben haber agotado las soluciones médicas y ópticas convencionales, y/o padecer una enfermedad degenerativa que afecte a la función visual.

La degeneración macular, el glaucoma o la retinopatía diabética no son las únicas patologías que producen limitación visual, pero afectan a un porcentaje muy elevado de nuestros mayores. A pesar de no existir un censo nacional de pacientes, se estima que hay entre 1,8 y 2 millones de personas con afectación visual que produce baja visión, 0,3 o menos de AV y 20º o menos de Campo visual en el mejor ojo, según la OMS. No son ciegos legales, no están contemplados como tales en ningún sistema sanitario nacional, ni autonómico.

Como optometristas podemos hacer mucho por estos pacientes, como un examen específico orientado al máximo aprovechamiento de su resto visual para recobrar la autonomía personal en la medida de sus posibilidades mediante la adaptación de ayudas ópticas, no ópticas, electrónicas y el entrenamiento de algunas habilidades.

baja visión

España es un país con una población geriátrica que supera los 8 millones de personas actualmente

¿Es difícil? No, aunque sí más laborioso que un examen convencional de un adulto sin patología, que requiere unos tests, una distancia de trabajo y unas estrategias distintas en las que debemos ser formados, como en cualquier otra área de la optometría. Considero que es un esfuerzo pequeño cuando la satisfacción es tan grande de ver que personas ‘desahuciadas’ con una palmadita en la espalda como consuelo, puedan recobrar su independencia. No harán las tareas de la misma forma, no importa. El hecho es que las harán, y se sentirán útiles y felices.

La buena noticia de que el deterioro cognitivo de los ancianos esté relacionado con el visual es que podemos ayudar a ralentizarlo con una buena evaluación en baja visión.

¡Animaos! Somos pocos, queremos y deberíamos ser muchos.

Begoña Gacimartín, especialista en Baja Visión.

Fuente de la imagen: Instituto Balear de Oftalmología

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