La humanidad y ternura que inspira esta novela provoca que la lectura de sus más de trescientas páginas sea una grata tregua en el tiempo. Y no solo por la forma tan delicada en la que Sampedro narra la relación entre un anciano del sur de Italia y su nieto, Bruno, sino por la manera que la describe y los diálogos que elabora.
Salvatore Roncone debe abandonar sus tradiciones más arraigadas para instalarse en Milán y tratarse su enfermedad. Allí iniciará un trato especial con Bruno, ese bebé que le hará cambiar su concepción de la vida. Es una novela de contrastes: desarrollo frente a tradición, juventud frente a senectud, ruralismo frente a urbanidad. Una obra que no hace otra cosa que conmover al lector.