París fue la ciudad elegida por el autor argentino para escribir esta “antinovela”, como muchos la denominan, obra central del boom literario latinoamericano. Cortázar plasma en Rayuela una introspectiva a modo de monólogo interior, que sirve para narrar la historia de Horacio Oliveira, su protagonista, a la vez que juega con la subjetividad del lector a través de sus múltiples finales y enumera las complejas relaciones de sus personajes ante temas relacionados con el amor, la muerte, los celos, el arte, etc.
En su manifiesta originalidad propone al lector a disfrutar de la novela de formas muy diferentes. Como si fuera una rayuela infantil, saltando entre una parte y la otra, según las indicaciones que se dan al final de cada capítulo, leyendo las partes por separado, eliminando totalmente la segunda parte o incluso, descuadernando el libro, intercalando cada capítulo en el orden sugerido y volviéndolo a armar.