La mayoría de los medicamentos pueden provocar en el organismo efectos adversos, sobre todo si no se utilizan de la manera correcta en la que se han prescrito. A continuación puedes observar las posibles secuelas que pueden originar en la visión de los pacientes una serie de fármacos de la familia de los diuréticos.
Los medicamentos diuréticos ayudan a eliminar la orina y la sal del cuerpo, lo que sirve para bajar la tensión arterial, tanto por el líquido perdido como porque, de esa manera, se disminuye la resistencia al flujo sanguíneo de los vasos del organismo.
Este tipo de fármaco se considera de primera elección. Es decir, la terapia médica recomendada como el tratamiento inicial de una enfermedad o síntoma. Sin embargo, actualmente existe cierta preocupación por los efectos secundarios a largo plazo que pueden causar en el ser humano. Por ello, se pueden utilizar de manera alternativa otros diuréticos relacionados con las tiazidas. Además, se recomienda no usar diuréticos de alto techo (furosemida) en pacientes en los que su función renal se encuentre ligeramente disminuida.
El principal inconveniente de los diuréticos es la depleción electrolítica, especialmente del ion potasio. La necesidad de minimizar este riesgo aconseja elegir un diurético de potencia y dosis proporcionales a la naturaleza del cuadro, en lugar de seleccionar el más potente. Asimismo, no se aconseja el uso rutinario sistemático de suplementos de potasio y, desde luego, debe evitarse el uso simultáneo de suplementos con diuréticos ahorradores de potasio, por riesgo de hiperkalemia (alcanzando un nivel elevado de potasio plasmático por encima de 5.5 mmol/L).
Manuel Aguilar Jiménez. Óptico-optometrista. Colegiado nº 5167.
Licenciado en Farmacia por la Universidad de Granada, diplomado en Óptica y Acústica Audiométrica por la Universidad de Santiago de Compostela, IFM en la Delegación de Salud de Málaga, especialista en Análisis Clínicos por el Ministerio de Educación y Ciencia y Óptico-optometrista por la Universidad de Granada.